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EI desfile fue maravilloso.
Yo era uno de los ángeles de "Victoria's Secret" y
además cerraba el desfile. Me sentía como una diosa a punto de volar sobre los
espectadores con unas alas gigantescas en mi espalda y con unos zapatos de
tacón gigantescos que casi me hacían flotar sobre el suelo. Desfile, sonreí y
disfruté viendo |a envidia en la mirada delas mujeres e| deseo en los ojos de
los hombres.
Este era mi futuro, este era mi destino, ser Ia mujer más
bella del mundo y Io iba a vivir por completo y sin freno. Definitivamente
había pasado Ia prueba con sobresaliente.
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Tras finalizar el desfile y volver al hotel me encontré con
decenas de periodistas. Todos querían una foto mía o que simplemente les
dedicara unas palabras. Tras el triunfo del desfile me sentía generosa y les
permití estar a mi lado, mirarme a los ojos e incluso tocarme. En esos momentos
era una diosa benevolente y generosa.
Los periodistas me decían que este era sin duda mi mejor
pasarela y que nunca había estado tan guapa y seductora.
Agradecí sus palabras y sacando una pequeña máquina de mi
bolso hice un par de fotos para recordar el momento en que supe que el mundo
era mío que y que ya nadie dudaría que yo era la única e inimitable Karolina
Kurkova.
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El trabajo de modelo era incluso mejor de lo que
esperaba. No me importaba el dinero que
ganaba, que era muchísimo, porque disfrutaba realmente haciendo lo que hacía.
Sabía que este trabajo era el sueño de cientos de millones de mujeres en el
mundo y que sólo apenas unos cientos lo logran y que menos de los dedos de una
mano logran llegar a ser Top-Model.
Y aquí estaba yo, una persona que había nacido hombre siendo
uno de esos dedos de la mano y una de las mujeres más felices y satisfechas del
planeta.
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Tras un mes viviendo Ia vida de glamour y lujo que debía
pertenecer ala auténtica karoIina Kurkova me acordé un día de la mujer que
había sido mi esposa y que me había traicionado divorciándose de mi y
llevándose a mis hijos.
Debía vengarme y ahora tenía un cuerpo con el que podría destrozar
su matrimonio y hacerle comer Ia misma mierda que me había hecho tragar a mí.
Era e| momento dela venganza y yo me iba a vengar.
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