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Jacobo nunca había sido un persona muy inteligente, tampoco
era alto y desde luego nunca había tenido éxito con las mujeres. Pero esto
último no le importaba. Jacobo nunca había querido estar con una mujer porque
él siempre había querido ser mujer. Su idea de haber nacido con el sexo
equivocado había convertido su vida en un infierno. No tenía amigas porque las
envidiaba y tampoco tenía amigos porque estos no lo trataban como la mujer que
él creía ser.
Por eso Jacobo se pasaba el día entero en casa buscando por
Internet métodos para cambiar de sexo. Había pasado años enteros intentando
encontrar la localización de la tienda de SRU o el medallón de Zulo. Hasta que
un día en un chat homosexual le ofrecieron la MONEDA DEL DESEO a cambio de que
después de usarla le hiciera un favor a su donante cuando este se lo pidiera.
Jacobo tenía dudas sobre que esta posibilidad fuera cierta
pero de todas formas le ofreció su auténtica dirección de correo y espero impacientemente
hasta que una semana después llegó un paquete con remitente desconocido.
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Nada más abrir el paquete y mirar el contenido Jacobo supo
que era verdad. Dentro de una pequeña cajita de madera había una monada de
cobre con marcas en letras árabes. Correspondía en todos los detalles con la
llamada "moneda del deseo"
Según la leyenda, la moneda permitía a su dueño poseer el cuerpo
dela persona que quisiera como si fuese el suyo propio. Para ello tan sólo
debería estar a una distancia en la que viera su propia imagen reflejada en la
pupila de su víctima y apretar la moneda con los dos pulgares a la altura del
pecho. Tras cumplir su función la moneda desaparecía quizás para siempre. Jacobo
no tenía dudas con qué persona cambiar de cuerpo. Alejandra era la elegida.
Alejandra era la hija de Juan y Juan era el hombre con el que él se hubiera
casado si hubiera nacido mujer. Pero Alejandra era espectacularmente bella. A
sus 19 años tenía un cuerpo que envidiarían las mejores modelos de 25-26 años.
Además tenía una carita casi perfecta, ligeramente ovalada con unos inmensos
ojos verdes y una espectacular mata de pelo rojo. Sus resultados como
estudiantes eran magníficos, en su primer año en la carrera de derecho había
conseguido matrículas en todas las asignaturas lo cual garantizaba además un
cerebro privilegiado.
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Como dije, yo conocía personalmente desde hace tiempo al
padre de Alejandra. Calculé Ia hora en la que Alejandra debería llegar a su
casa de vuelta dela Universidad y una hora antes de su llegada llamé a la
puerta de su casa y aproveché mi amistad con él para decirle que su preciosa
hija Alejandra acababa de tener un accidente y estaba siendo hospitalizada. Vi
el miedo en sus ojos y con muchas prisas me dio las gracias y se fue corriendo
hacia e| hospital. Había hecho justamente Io que yo esperaba que hiciera. No se
había molestado en llamarla al móvil para comprobar que era cierto Io que
contaba y me había dejado sólo en su casa con Ia confianza de que era su amigo
y que si llegaba alguna noticia de su hija yo se Ia transmitiría. No se
imaginaba hasta que punto le iba a dar a partir de entonces noticias de su
hija.
A Ia hora esperada escuche abrirse Ia puerta principal.
Ruido de tacones y alguien que se dirigía al dormitorio de Alejandra. AIII' la
esperaba escondido entre las sombras. Esperé que cerrara Ia puerta y Ia agarré
por los hombros, la empujé contra Ia pared y apretando mi cuerpo contra el suyo
para que no pudiera moverse Ia obligué a que me mirara a los ojos. Saqué Ia
"moneda del deseo" Ia puse a la altura de mi pecho y |a apreté con
los pulgares. Inmediatamente noté como mi cuerpo se Licuaba y era absorbido por
los por poros del cuerpo de Alejandra. De repente caímos los dos al suelo.
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Notaba como mi cuerpo se licuaba, era absorbido por los poros
dela piel de Alejandra y poco a poco se solidificaba y se hacía material dentro
dela propia Alejandra. En pocos minutos noté los tacones en mis pies y el peso
de los pechos de Alejandra. Al mismo tiempo escuchaba los gritos desesperados
de Alejandra que yo intentaba silenciar aún sin resultado. De repente se hizo
el silencio y me di cuenta que yo manejaba la boca y la voz de Alejandra.
Después controlé sus brazos y pude ver un humo rojizo en frente mía, estaba
viendo a través de los ojos de Alejandra y ese humo era yo mismo entrando en su
cuerpo. La lucha duró poco, rápidamente controlé sus brazos, respiré con sus
pulmones y noté como mi corazón estaba sobrepalpitando para llevar sangre al
cerebro de Alejandra. Noté como mi esencia vital ascendía con la sangre y
ganaba el dominio de su cerebro, de su cuerpo por completo y de toda su vida y
de su esplendoroso futuro.
Sudorosa me puse en pie. En pie sobre los tacones de
Alejandra, recogí la ropa que había traído como hombre y la metí en una bolsa
de basura y que tiré al contenedor de basura de mi nueva casa. Nunca más
tendría que vestir esos desagradables ropajes masculinos. Ahora podría tenerla
vida que siempre quise. Una vida de mujer. Y con el cuerpo y el cerebro de
Alejandra podría ser una vida de mujer que todas las mujeres envidiaran.
Como queriendo eliminar todos los vestigios de masculinidad
me desvestí y fui a la ducha para investigar mi nuevo cuerpo y salir del baño
como la nueva Alejandra.
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Los siguientes minutos los pasé estimulando mi nuevo cuerpo
con un dedo, luego con dos y finalmente con tres. La sensación era maravillosa,
única, algo increíble. Satisfizo mis mejores expectativas y me hizo imaginar y
desear el momento en que hiciera de verdad el amor con un hombre. Juan, mi
nuevo padre, debería volver en cuanto comprobara que no estaba ingresada en el
hospital asique marché al guardarropa a cumplir el sueño de vestirme como mujer
siendo mujer y recibir a mi padre como lo haría cualquier hija.
Aquí llegó mi primera decepción. Con un cuerpo tan impresionante
como tenía Alejandra y con esa juventud que sentía en mis venas resultó que
apenas tenía vestidos, casi todo eran pantalones andróginos, jeans y camisas y
jerseys demasiado amplios. Esto tenía que cambiarlo, a partir de ahora
Alejandra tendría que vestir de la forma más femenina y lo más excitante
posible. Los zapatos tampoco eran una excepción. Pocos tacones y demasiadas
sandalias cerradas planas.
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Me vestí' con unos jeans raídos, una camisa blanca-azulada y
una rebeca anaranjada. Contenta me miré en el espejo. Antes había observado el
cuerpo impresionante de Alejandra desnudo en la ducha, pero ahora me resultaba
aún más bello completamente vestido. Había hecho una gran elección. Con este
cuerpo podría trabajar de modelo en cuanto y además lo haría cobrando millones
por ello pero también tenía un cerebro capaz de terminar una carrera de derecho
estudiando poco y siendo la mejor de mi promoción. Me esperaba un futuro
increíble y tan sólo tenía 19 años. Tenía el mundo a mis pies, mejor dicho, lo
tenía bajo mis tacones de aguja.
Pero había algo que quería hacer antes. Como hombre
homosexual siempre había querido follar con Juan, ahora mi padre, y no lo había
conseguido, siempre me había rechazado con asco. Ahora como Alejandra, su hija,
lo iba a seducir y por fin lo follaría. Ese era mi primer objetivo.
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Juan había sido siempre un hombre leal. Jamás había sido
infiel a su esposa y la había adorado incluso después de que ella se divorciara
de él. Marta su-exposa y mi madre ahora, era una mujer bellísima que había
trabajado como modelo y que se casó con mi padre por dinero y que se marchó con
otro cuando pensó que era más rico. Sin embargo, Juan, no había querido conocer
a otra mujer tras la marcha de Marta. Eso me hizo calcular con mi nuevo y
brillante cerebro.
Si Juan estaba obsesionado con Marta entonces la mejor
manera de llevármelo a la cama era recordarle a mi nueva madre.
Con un poco de prisa para hacerlo antes de que volviera a
casa fui al vestidor de mi madre que permanecía inmaculado casi como un altar.
Allí quedaban bastantes vestidos que pertenecieron a Marta y que ella no se
dignó en recoger. Pronto me había cambiado en un precioso vestido plateado que
Marta habia llevado el día que celebraron su 5° aniversario de boda. Cuando
juan llegó me miró sorprendido, primero por encontrarme sana y salva y segundo
por verme vestida de esa manera. Por la forma en que me besó y me agarró de la
cintura supe que había algo más que amor de padre. Iba a lograr mi objetivo y
Juan sería mi amante.
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