¡Qué alegría me daba volver a encontrarme con mi novia!
Tras 2 años de noviazgo feliz me había hecho una
sorprendente confesión: ¡Soy lesbiana! Me dijo entre lágrimas que me amaba con
toda su alma y que deseaba pasar el resto de su vida a mi lado y conmigo. Pero
que no podía hacerlo porque con mi sexo no podía satisfacerla.
Yo le pedí que me esperara, que todo iba a cambiar y que por
ella estaba dispuesto a hacer cualquier cosa.
Y la hice.
1 año después estaba de vuelta de mi viaje a Suecia y tras
meses de operaciones. Ahora era tan mujer como ella, tan femenina como ella,
tan guapa como ella y podía ser la novia de ella. Inmediatamente mi novia se
lanzó a mis brazos y me besó cómo nunca lo había hecho. Con una intensidad y un
entusiasmo incomparable.
Ahora estaba segura de que iba a ser feliz el resto de mi
vida al lado de mi mujer, como su esposa y cómo su compañera.
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